La historia de vida de Kevin Isa Luna dio un giro a partir del 31 de marzo pasado. Ese día, a los 84 minutos del partido que Atlético jugaba con Aldosivi, el técnico Ricardo Zielinski lo mandó a la cancha en lugar de David Barbona. Este espigado y juvenil atacante, que admira a Neymar y a Ricardo Centurión -porque comulgan con el estilo de juego que le gusta-, supo entonces que había cumplido el sueño que acunó a lo largo de una década.
“A los cuatro años, mi papá, que trabajaba como chofer en la Línea 8, le llevó a UTA. Allí estuve hasta los ocho años. Un día de 2010, mi ‘’viejo’ me dijo que me preparara, que me iba a llevar a probar en Atlético. Recuerdo que el técnico de la escuela de fútbol era Matías Chibilisco, que me seleccionó para integrar el equipo A, que estaba integrado por los chicos que habían tenido los mejores rendimientos en las pruebas que se realizaron en el complejo de Ojo de Agua”, comentó Kevin a modo de introducción.
A partir de ese momento comenzó un paulatino ascenso en su carrera. Sobre sus antecedentes más destacados puede mencionarse que, jugando en el plantel de la categoría 99, en 2013, entre el Apertura y el Clausura anotó 99 tantos. Una cifra que quedará en el historia de la escuela de fútbol “decana”.
Kevin recuerda que comenzó jugando como centrodelantero de área, pero Jorge Artero -que era el técnico de la categoría 2001-, lo empezó a poner como extremo. “Recuerdo que teníamos un equipazo. Salimos campeones de la AFA con la novena división. Desde 2010, en la delantera tengo como socio a Luis Estrada, con quien hoy juego en la Reserva de la AFA” señaló.
En 2017, tuvo una experiencia en Europa. Un empresario de los tantos que existes, que cazan talentos, lo llevó a España junto a un grupo de compañeros de las inferiores “decanas”. Luego de pasar por varias entidades de categorías inferiores del fútbol español, pegó la vuelta. “Lo que pasa es que se nos venció la visa y estuvimos obligados a regresar al país. Como nos habíamos ido a España sin permiso del club, los directivos se enojaron con nosotros. Esta situación me causó un profundo bajón en lo anímico, por lo que decidí no volver a jugar y seguir estudiando”, acotó.
Para tener ocupado el tiempo que le dejaban libres los estudios es que se dedicó a lavar autos. “Es que uno de mis amigos tenía una hidrolavadora. Por eso, decidimos ubicarnos al frente de mi casa a hacer esa tarea. Era una forma de matar el tiempo, y también de tener plata para mis gastos”, señaló.
Esta situación se prolongó hasta noviembre de 2017. “Un día recibí un llamado de Diego Erroz (gerente de departamento fútbol de Atlético) ofreciéndome regresar al club, algo que me llevó a revertir la decisión que había tomado. En la primera charla que mantuve con él me dijo que, a partir de ese momento, me iba a tener que ganar un puesto en el equipo”, recordó. Pero como estaba cursando el cuarto año en la Escuela de Comercio de Lomas de Tafí en el turno tarde, le resultaba imposible concurrir a las prácticas de su categoría 2001. Por eso le permitieron que se entrenara con la clase 2000 a la mañana. “Les agradezco que hayan permitido que eso ocurriera. De todos modos, el año pasado esta situación se solucionó, pues mi categoría pasó a entrenar a la mañana”, señaló.
A pesar de su juventud, Kevin sabe que a partir del 31 de marzo nada volverá a ser igual en su vida deportiva, pues el hincha “decano” lo observará con otros ojos. “Eso lo tengo bien asumido. Tener la posibilidad de concurrir los lunes de cada semana a una psicóloga, que me ayuda a tener bien la cabeza y saber que nada se logra sin el esfuerzo diario. Los consejos que recibo de mis compañeros y de la familia también me sirven para mantenerme sereno y con mucha ilusión de seguir por este camino”, dice. Un talento con los pies en la tierra.